La Mañana, 5 de abril de 2014.-
Leridano de Lluçàs, Ramon Grau llegó al decanato del Col-legid’ Enginyers Tècnics Industrials en lo más duro de la crisis. Sin embargo, el suyo es un colectivo privilegiado, con apenas un 2% de paro. En su opinión, el reto es abrirse a una sociedad que convive con el mayor nivel de tecnología de la historia sin saber cómo funciona.
¿Cómo está viviendo la profesión el momento actual? ¿Notan una recuperación de la actividad?
Desde enero estamos recuperando el nivel de trabajo anterior a la crisis, aunque un trimestre no es representativo. Durante los últimos años había habido una caída más o menos asumible, y en estos momentos estamos en una situación estable. En todo caso, las profesiones liberales son sólo un 10%, el resto está en la industria y otros sectores.
¿Cómo ve el estado de la oferta formativa en Lleida?
Nosotros dependemos desde siempre de la formación continua, lo que ahora dice Bolonia y la Unión Europea. Los ingenieros somos aplicadores de tecnología, por lo que tenemos que ser capaces de asimilarla y aplicarla muy rápidamente. En 2018 se exigirá la certificación de personas; esto es, no sólo un título académico, sino la demostración de que estás al día de las exigencias del mercado.
¿El Col-legi desarrolla una oferta propia?
Tenemos tanto formación propia como mancomunada, a través del Consell de Catalunya y del Consejo de España. Tenemos convenios con empresas y universidades. La tendencia es poder certificar más la calidad que la mera acumulación de créditos universitarios. Que el aprendizaje se pueda demostrar en la vida real.
En Lleida, el peso de la agroindustria es determinante. ¿Hasta qué punto hemos avanzado tanto en procesos como en producción?
Cualquier industria se basa en estructuras, construcciones civiles, energéticas… Todo eso es objeto de la ingeniería, y cada vez trabajamos más en equipos multidisciplinares. El ingeniero que lo hace todo ha desaparecido. En Lleida estamos posicionados a primer nivel dentro del Estado, de Europa y del mundo. La transformación del producto primario en producto de consumo ha alcanzado un desarrollo altísimo.
¿Qué sectores están demandando más sus servicios?
En mecánica, electricidad y organización industrial. Quizá lo que menos se está pidiendo es químico. La demanda se centra sobre todo en sistemas productivos.
¿Cree que el Col-legi debe servir para validar el ejercicio profesional o tiene más funciones?
Actualmente, la colegiación sigue siendo obligatoria, pero la nueva ley de servicios y colegios profesionales no contempla esta obligatoriedad excepto en servicios oficiales. En estos momentos de crisis, estar asociado con un grupo de gente significa que puedes prepararte mejor para ofertar unos servicios de mayor calidad. Las nuevas leyes europeas son un poco ambiguas en cuanto a la prestación de servicios, los colegios damos una garantía.
¿Cuál es el conocimiento general de las disciplinas técnicas?
Bajo. Piense que desde la edad de piedra, de bronce, de hierro, el vapor, la era nuclear…, hasta la de las nuevas tecnologías, la función del ingeniero es convertir la ciencia en cosas útiles, cotidianas. Somos la profesión más antigua del mundo, aunque sólo tenemos 150 años de estudios universitarios. Ingeniería viene de ingenio, y el inventor de la rueda era ya un ingeniero. Detrás de cada cambio importante de las civilizaciones, siempre ha estado la influencia de los ingenieros, incluidas las guerras.
El suyo es un colectivo con un índice de desempleo bajísimo. Son unos privilegiados…
De nuestros colegiados, 746, tenemos en el paro a 16 personas. La ingeniería se ha hecho tan diversa que difícilmente se está más de tres o cuatro meses en paro. Otra cosa es lo que se cobra. Cuando se empieza, lo normal es el mileurismo, pero en tres o cuatro años te vienen a buscar.
¿Cuál es su relación con las administraciones?
Somos entidades de derecho público, lo que favorece la colaboración, sobre todo en estos tiempos en que no hay alegría a la hora de contratar personal público. Tenemos convenios para desarrollar varias funciones… Intentamos que el ciudadano no esté desamparado.