Comienza a ser muy preocupante el desacople existente entre la demanda de determinados perfiles por parte de la sociedad y las empresas, y la oferta de nuevos profesionales que salen cada año de las universidades españolas, y este hecho, resulta especialmente grave en el sector de las Ingenierías, tal y como se pone de manifiesto en el informe que hemos elaborado desde el INGITE, en relación con los datos de matriculados y egresados, ofrecidos por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Realmente preocupante es el descenso de las vocaciones en términos absolutos, un 40% en los últimos veinte años, lo que contrasta con la mayor presencia de la tecnología en nuestras vidas y, por tanto, con la acuciante necesidad de profesionales asociados a la misma. Y este hecho, puede ser debido a varios factores que habría que analizar de manera muy sosegada y precisa, pero creo que entre ellos subyace un acomodamiento global de la sociedad, donde buscamos una mayor calidad de vida, con menos esfuerzos y sacrificios, lo que no me corresponde a mí juzgar, y a lo que habría que sumar un marco poco propicio para la generación de vocaciones en la Ingeniería.
Posibles causas
Dentro de este marco global nos encontramos con el cada vez menor peso que tiene la asignatura de ‘tecnología’ y el resto de materias tecnológicas en la Educación Secundaria y Bachillerato, que contrasta con la proliferación de titulaciones con el nombre de Ingeniería, pero que no te permiten el acceso a las profesiones reguladas, y que está generando una enorme confusión en la sociedad, además de frustraciones y pérdida de oportunidad entre los estudiantes y egresados.
¿Alguien puede pensar que haya titulaciones de Grado en Farmacia, Veterinaria, Enfermería, Arquitectura, Medicina, Derecho, etc., que no te permitiesen ejercer esas profesiones?
La legislación es muy clara al respecto, y deja patente que la denominación de las titulaciones no puede inducir a error con los efectos profesionales que transfiere, y aquí estamos ante una vulneración flagrante de la misma, que está provocando que haya ya más de 200.000 titulados y estudiantes de Ingeniería, que no podrán ejercer como tales, y se verán abocados para ello, a ampliar su formación académica con otros Grados o Másteres, lo que no cabe duda, está perjudicando las vocaciones.
Pero además, tenemos una excesiva oferta de titulaciones especialistas de Grado, también de forma contraria a la legislación vigente (Grados generalistas con acceso al ejercicio profesional) y, además, infrautilizada, y todo ello se desprende de los datos extraídos, dado que el número actual de titulaciones de Grado en Ingeniería representa el 24,3% del total, y tan solo el 12,72% de los alumnos matriculados, y el 7,5% de los alumnos egresados, existiendo una clara desproporción respecto al conjunto de titulaciones.
Aumento femenino de vocaciones
Por otro lado, también tenemos noticias positivas, como el aumento del 19,5% de mujeres matriculadas en las titulaciones de Grado en Ingeniería en los últimos 8 años, representando en la actualidad el 24,2% del total de matriculados en Grados de Ingeniería, una cifra positiva, pero que debe seguir aumentando hasta conseguir como mínimo la paridad real, porque la ingeniería necesita el talento femenino y, además, las cifras hablan por sí solas, dado que la tasa de graduación de las mujeres está más de 6 puntos por encima de la de los hombres.
La cuestión es que nos encontramos en un momento delicado que puede poner en peligro el desarrollo de nuestro país, dado que sin profesionales de la ingeniería no se podrán llevar a cabo todas las transformaciones estratégicas en las que estamos inmersos, y debe ser por tanto una prioridad.
Para ello es importante que se vayan reforzando los mensajes y proponiendo acciones en las etapas formativas más tempranas, que permitan generar las vocaciones profesionales que se requieren, siendo imprescindible la coordinación en toda la cadena educativa y una visión a medio-largo plazo, que nos permita anticiparnos.
Acciones formativas y visibilización
La transformación digital, energética y ecológica, conlleva cambios muy significativos en el modelo de sociedad actual, y afecta de forma muy intensa al conjunto del tejido productivo, teniendo además unas metas y objetivos delimitados en el tiempo, lo que de forma implícita debería conducirnos a una planificación objetiva en el ámbito profesional. Y no se trata de obligar a nadie a estudiar o formarse para profesiones que no quiere, pero sí para dar visibilidad a las mismas y a las bondades laborales que presentan, aprovechando también para reforzar las asignaturas y enseñanzas tecnológicas en primaria, secundaria y bachillerato, que pudiesen a su vez despertar el interés por estas materias, tal y como ya se está impulsando desde Engineers Europe y la Coalición STEM de la UE, y que por supuesto se está trabajando desde Unión Profesional.
Y es que no se trata de un problema solo de España, sino que afecta a la “Vieja Europa”, esa sociedad que protagonizó la “Revolución Industrial” y que supuso la base para la sociedad de derechos y libertades de los que disfrutamos hoy, pero que, además, vino acompañado de prosperidad económica, de liderazgo tecnológico, y de una extraordinaria influencia en el orden mundial, que poco a poco va languideciendo.
Sin embargo, parece que ya han saltado las alarmas en Europa y empieza a vislumbrarse una estrategia con la mirada puesta en el origen, donde resuena con fuerza el concepto de “Autonomía Estratégica” que nos permita recuperar el control y el rumbo de crecimiento y prosperidad que nos fijamos en su día, y para ello, resultará imprescindible contar con el capital humano adecuado y, además, motivado para ello.
Por tanto, y al margen de las condiciones globales, debemos ser capaces de tener una sociedad que siga evolucionando, pero que también sea solidaria, donde mejore la vida de todos y, además, lo hagamos pensando en las siguientes generaciones, y para ello, resultará imprescindible el papel de todas las profesiones, entre ellas, las Ingenierías, por lo que habrá que coordinar actuaciones que consigan no solo el equilibrio, sino también la adecuación de las mismas a las necesidades de la sociedad.
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