La capacidad de solicitar visado voluntario está reservada al cliente de los servicios de ingeniería, que en la práctica totalidad no es el usuario final de las instalaciones u obras, sino el promotor de las mismas. Aquí hay que volver a insistir en la indefensión en que queda ese usuario final que ni siquiera tiene capacidad para solicitar que se acredite el cumplimiento de ese control esencial. Además, al no existir control previo de la idoneidad del profesional, es previsible que se generalice el intrusismo que, hasta ahora, es prácticamente inexistente.
El Gobierno oculta que, en términos económicos, el costo que supondrá la supresión del visado obligatorio será mucho mayor que el pretendido ahorro de 815 millones de euros anuales que pregona. Las inspecciones antes de la puesta en marcha de obras e instalaciones, las cuales, además, son inspecciones “a posteriori y no tienen valor preventivo, supondrán ya de por si un costo anual superior a 2.400 millones de euros anuales, según estimaciones de este Consejo General. A ello habrá que añadir las modificaciones de obras e instalaciones llevadas a cabo como consecuencia de dichas inspecciones “a posteriori por no cumplir la normativa o no adecuarse a las exigencias reglamentarias. Por tanto, se pone en serio riesgo la seguridad de los consumidores – que, no olvidemos, no pueden solicitar el visado por no ser clientes directos de los servicios de ingeniería – con unos criterios puramente economicistas que, además no son reales, pues los datos y las proyecciones de ahorro económico son equivocados y no tienen en cuenta factores como los indicados anteriormente.
Los mecanismos de control que el Gobierno considera sustitutivos del visado no tienen viabilidad alguna si no se realizan mediante un control colegial previo. Los seguros de responsabilidad civil, la habilitación técnica y profesional del ingeniero, la exigencia de que determinados trabajos sean firmados por técnicos competentes, no podrá verificarse sin la intervención de los colegios profesionales. Y, en cualquier caso, la posible intervención de organismos de certificación y control en la verificación de estos extremos, amén de su falta de imparcialidad por ser entidades con ánimo de lucro contratadas por los propios clientes, encarecería notablemente el proceso, tal como se ha indicado anteriormente.
Por todo ello, valoramos muy negativamente la actuación del Gobierno, que además de tratar de manera irreflexiva el hecho del visado colegial y, con ello, poner en riesgo evidente la seguridad de los usuarios y consumidores, ha sido insensible a los planteamientos de las organizaciones colegiales que han buscado y buscan en todo momento el bien de la sociedad y la seguridad de la misma en los aspectos que les conciernen.