El 23 de junio se celebra el Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería.
Ana Jáuregui Ramírez cuenta con una amplia formación en el campo de la ingeniería. Es Ingeniera Técnica Industrial, Graduada en Ingeniería Electrónica Industrial y Automática y Máster Universitario en Tecnología Ambiental. Además, posee un posgrado en Medición de la Contaminación Acústica, es Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales en sus tres especialidades y tiene formación complementaria en Auditorías de Prevención.
Tras haber trabajado en importantes empresas del sector privado, desde hace más de una década ha desarrollado su labor como técnica inspectora medioambiental en el Ayuntamiento de Sevilla, y posteriormente ha ocupado el puesto de concejal en dicho consistorio, desempeñando funciones en materia urbanística, digitalización de entidades locales e igualdad. Actualmente, se ha reincorporado a su puesto de trabajo en el Ayuntamiento de Sevilla, desde el pasado 17 de junio.
– El 23 de junio se celebra el Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería, con el objetivo de fomentar y valorar su relevancia, tanto en la ingeniería como en la industria, reconociendo su trabajo y dedicación. ¿Qué opina sobre la presencia que tiene la mujer hoy en día en este ámbito profesional?
Según los últimos datos del Observatorio de la Ingeniería en España, solo el 20% de los profesionales en la ingeniería somos mujeres. Lo que evidencia que somos pocas y que queda mucho por hacer. No obstante, debemos tener en cuenta que este porcentaje, año tras año, está aumentando, aunque hay que matizar que lo hace a un paso demasiado lento. La diferencia entre géneros aún es muy importante. Estamos arrastrando el lastre de que, tradicionalmente, la sociedad considerara que las profesiones tecnológicas estaban reservadas a los hombres. Una tendencia que comenzó a cambiar en los años 70, y que ya está prácticamente superada.
Por tanto, somos pocas, pero, paulatinamente, vamos aumentando, lo que es una buena señal tanto para nuestro género como para la profesión, pues evidencia que la mujer puede desempeñar el rol que se proponga. De hecho, contamos con compañeras en todas las ramas de la ingeniería, desde la aeronáutica a la robótica, pasando por la electrónica o la química.
– Las mujeres son mayoría en las universidades españolas, pero de forma global solo representan el 25% de los alumnos en las carreras de ingeniería. ¿A qué piensa que es debido el hecho de que las alumnas de Secundaria no se decidan en mayor medida a estudiar una ingeniería?
Esta situación no ocurre en las carreras científicas vinculadas al ámbito biosanitario o a la arquitectura. Sin embargo, es muy acusada en carreras tecnológicas como la nuestra. Esa brecha existe y no podemos obviarla. Existen diferentes teorías que justifican esta pérdida de alumnas en nuestra profesión, como que deciden tomar otro rumbo ante la complejidad de nuestra carrera. Yo, sinceramente, creo que no es temor a un posible fracaso académico, sino falta de información y conocimiento sobre lo que hacemos los ingenieros y el amplísimo abanico de aplicaciones que tienen nuestra profesión.
– ¿Considera que hay una falta de referentes femeninos actuales en el campo de la ingeniería, en particular, y de la ciencia, en general?
Posiblemente y es algo que en COGITI tenemos muy presente y queremos cambiar. Estamos fomentando y dando a conocer los perfiles de mujeres ingenieras para que las niñas encuentren referentes que les hagan ver que tienen cabida en nuestra profesión. Y creo que esos referentes no pueden ser solo Heidi Lamar o Lillian Moler. Tienen que ser Angélica Gómez González, decana del Colegio de Valencia, o Renée Scott, CEO de Alianza Preventiva. Mujeres reales, de carne y hueso, grandes profesionales en el día de hoy, con las que las jóvenes pueden hablar y compartir inquietudes.
– ¿Qué actuaciones se podrían llevar a cabo para incentivar las vocaciones de las jóvenes estudiantes hacia carreras técnicas?
Es imprescindible llevar la ingeniería a las aulas. Hay que acercar nuestra profesión a los jóvenes, explicarles qué hacemos, cómo lo hacemos y cómo tienen que formarse para poder conseguirlo. Pero, además, hay que permitirles “tocar” la ingeniería. Que este acercamiento sea lo más práctico posible, que los niños vean como un cálculo matemático puede llevarlos a resolver un juego. Este es el verdadero problema de las carreras técnicas, que en primaria y en la ESO solo se ofrecen sus vertientes teóricas, lo que las convierte en menos atractivas para los alumnos porque desconocen los usos que les pueden dar a los conocimientos que están adquiriendo.
– ¿Costará todavía llegar a una paridad en el ámbito científico-técnico?
Sin lugar a duda. Pero no debemos tener prisa ni obcecarnos en que haya el mismo número de ingenieros que de ingenieras. Quizás, algún día seamos más mujeres que hombres en esta profesión. Lo importante aquí, bajo mi punto de vista, es no cerrarle las puertas de acceso a nadie, que quien quiera pueda estudiar ingeniería y no se sienta cohibido de hacerlo por razones de género.
– ¿Qué valores añadidos puede aportar una mujer a la ingeniería y qué cualidades son las que más valoran las empresas?
A mi modo de ver, los mismos que en un hombre, que sea un gran profesional. Considero que no podemos generalizar las características o cualidades de las mujeres, todas somos diferentes, no podemos encasillarnos. Por tanto, respondiendo a la pregunta, creo que las empresas buscan ingenieros e ingenieras con arrojo, con capacidad de innovación, con dedicación y que sepan trabajar en equipo.
– ¿Cómo recuerda su incorporación al mercado laboral como ingeniera?
Mi experiencia ha sido siempre muy positiva en nuestra profesión. Nunca me he sentido discriminada por el hecho de ser mujer. Al contrario, siempre me han tratado como un miembro más del equipo, por lo que mi incorporación al mercado laboral fue muy tranquila y positiva, sin problemas.
– ¿Qué es lo que más le fascina de su profesión, como ingeniera de la rama industrial?
Los ingenieros tenemos una amplia capacidad de dar respuesta a problemas muy diversos. Nuestra imaginación e inventiva no tiene límites, y podemos mejorar la vida de muchas personas en campos muy distintos. Creo que este es uno de los grandes valores de nuestra profesión y lo que la hace más humana.