El presidente del Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial de España (COGITI), José Antonio Galdón Ruiz, será el encargado de liderar a partir de ahora una nueva etapa, que aspira a unir y reforzar el conjunto de las Ingenierías que forman parte del Instituto de Graduados en Ingeniería e Ingenieros Técnicos de España (INGITE).
– ¿Cómo surge el nacimiento de INGITE?
El INGITE surge como cualquier otra asociación que aglutina intereses comunes y comparten objetivos, como en este caso ocurre con las Ingenierías y Arquitectura Técnicas, representando a más de 350.000 profesionales que tienen en su ADN la innovación, la capacidad de adaptación, la resolución de problemas, y la mejora continua, para aplicarlos directamente a la mejora de vida del conjunto de la sociedad, y al desarrollo, sostenibilidad y competitividad de los diferentes sectores productivos.
Se trata, por tanto, de una organización diversa en su composición (Aeronáuticos, Agrícolas, Industriales, Obras Públicas, Telecomunicaciones, Forestales, Minas, Navales, Topógrafos y Arquitectos Técnicos), pero muy compacta en el compromiso de servicio a la sociedad, por lo que resultará muy fácil ponerse de acuerdo e impulsar proyectos.
– ¿Cuáles son sus objetivos principales para liderar esta etapa?
Tengo como principal objetivo el conseguir una organización muy compacta y cohesionada, que nos proporcione la magnitud que realmente nos corresponde. Para ello va a ser muy necesario superar determinados conceptos del pasado, y apostar por un modelo competitivo pero riguroso, basado en las competencias individuales de cada uno de los profesionales, y con base, no solo en la titulación académica, sino en los conocimientos adquiridos a lo largo de la vida a través de la experiencia profesional y la formación continua. Estos son modelos que funcionan en Europa y en el resto del mundo y desde Unión Profesional ya se ha puesto en marcha el modelo DPC (Desarrollo Profesional Continuo), que tienen funcionando ya algunas profesiones.
No basta solo con hablar de competitividad e impulsarla entre nuestros profesionales, debemos, además, dar ejemplo desde las propias corporaciones, y aprovechar al máximo el potencial de conocimientos y organización de los Colegios Profesionales, para trasladar a la sociedad la garantía y profesionalidad que se espera de nosotros.
Quiero, además, impulsar una colaboración más estrecha entre las corporaciones, que nos permita compartir servicios y de paso ampliar los que se prestan a nuestros colegiados, sobre todo en materia de formación, empleo y otras muchas herramientas competitivas. Y todo ello, sumado a establecer los puentes de comunicación y colaboración con las entidades representativas de las antiguas Ingenierías que ahora se corresponden con másteres, que nos permita ir caminando hacia la integración de una única organización.
– ¿Qué papel tiene la Ingeniería hoy en día?
La Ingeniería en su conjunto siempre ha tenido un papel destacadísimo en el desarrollo de cualquier sociedad, pero en la actualidad es incluso mayor por el vertiginoso avance de las tecnologías. No en vano, en la Ingeniería reside el papel no solo de buscar y propiciar las investigaciones científicas y sus posteriores aplicaciones, sino que quizás lo que a la postre puede resultar más visible, que es el trasladarlas a la sociedad. Este hecho, nos está suponiendo un mayor esfuerzo para estar permanentemente formados e informados de los últimos avances tecnológicos, de tal forma, que nos permita trasladarlos y aplicarlos a las empresas o entidades donde trabajamos, o incorporarlos a los proyectos que realizamos, ejerciendo así nuestro papel de impulsores del desarrollo.
– ¿Qué es necesario para adecuar al entorno europeo y mundial el sector de las ingenierías en España?
El modelo de las profesiones de Ingeniería en España resulta totalmente insólito, y ya no solo por los dos niveles que tenemos aquí, sino también por la forma de acceder a los mismos, por lo encorsetadas e inamovibles que resultan las atribuciones profesionales, y por tanto, por el escaso valor que se le otorga al desarrollo profesional continuo (experiencia y formación continua).
Estos dos niveles profesionales que hay en España, basados única y exclusivamente en la posesión de determinados títulos académicos, no existen en ningún país del mundo, y son muy pocos (LATAM) en los que para acceder a la profesión de Ingeniero solo exigen título académico, mientras que en el resto se exigen además, o bien prácticas tuteladas previas, o experiencia, exámenes, etc., y por tanto las atribuciones profesionales no quedan ligadas al título académico como aquí, sino que son además las que adquieres a lo largo de tu vida profesional, permitiéndote por tanto crecer profesionalmente. En España, sin embargo, las atribuciones profesionales están basadas en usos y no en competencias (conocimientos) técnicas, y son las mismas durante toda tu vida profesional, lo que nos lleva a un modelo poco competitivo y desincentivador, que además propicia numerosos litigios entre profesionales por la propia indefinición de las mismas.
Es por ello que es necesario apostar por un modelo que tal y como viene indicando la Unión Europea, apueste de forma decidida por el aprendizaje permanente a lo largo de la vida, donde cada profesional pueda sumar a sus competencias académicas las profesionales, y esto le permita desarrollarse y crecer profesionalmente, mediante fórmulas y criterios comunes y avalados por los Colegios Profesionales, que pongan en valor a cada uno de ellos por su valía profesional y no exclusivamente por sus títulos. Porque no todos los que tenemos el mismo título somos iguales a nivel profesional, pero sí podemos llegar a ser muy similares profesionalmente con diferentes títulos.
– ¿Qué diferencias observa entre el tratamiento de las ingenierías en España y en el resto de Europa?
La principal diferencia es que mientras en Europa el título de referencia, que te permite acceder a la profesión de Ingeniero es el de Graduado o Bachelor (3 o 4 años), aquí en España éste se ha visto desvirtuado, y se han creado ad hoc unos másteres habilitantes sin referente alguno en el ámbito internacional, con el único objetivo de seguir manteniendo las estructuras académicas y profesionales del siglo XIX.
Este hecho, a los Graduados e Ingenieros Técnicos no nos afecta en nada en el resto de Europa o el mundo, donde somos como el resto de Ingenieros, y tampoco nos afecta en el ámbito profesional o empresarial aquí en España, donde tenemos atribuciones plenas y se valoran más las capacidades de cada uno que los títulos, pero sin embargo, sí que nos está afectando en el ámbito de la Función Pública, donde estamos siendo marginados de forma injusta en relación a otros titulados de Grado en España y en Europa.
– Según su punto de vista, ¿qué reformas considera que hay que llevar a cabo en el ámbito de la Función Pública?
Yo parto de los principios básicos que deberían regir en la misma, y estos son mérito, capacidad e igualdad, y si realmente se aplicasen los mismos, no habría que hacer ningún cambio, salvo los propios de modernizar las denominaciones de los cuerpos y escalas vigentes, que nada tienen que ver con la sociedad del siglo XXI.
Resulta muy inapropiado por las connotaciones que se derivan, e impreciso, el que se hable de Ingenieros “Superiores” en las bases de las convocatorias, y resulta impropio e improcedente que se atribuyan de forma exclusiva a determinadas titulaciones la realización de ciertas tareas en la función pública, sin atender a los principios de la misma. Es el momento de realizar los cambios oportunos para hacer más competitiva la función pública, y un punto clave son las condiciones de acceso, que si bien lo deja muy claro el EBEP, donde se indica que el Grado es la titulación válida para el acceso a los grupos A (A1 y A2), resulta que con las Ingenierías se hace la excepción.
Éste es un hecho inconcebible, que desvirtúa por completo el espíritu de la reforma de Bolonia, los principios básicos de la función pública, y pone en entredicho el modelo universitario para las Ingenierías, porque habrá que explicar a todos aquellos Ingenieros que han estado formándose 4 años en la universidad, que aquí en España no les permiten acceder a la función pública a los cuerpos de Ingenieros, pero que, sin embargo, sí que lo podrán hacer en otros países de la UE. ¿Quién les explica que un Graduado en Económicas, un Graduado en Derecho, un Graduado en Física , sí puede acceder al grupo A1 y un Graduado en Ingeniería no? Sinceramente, yo no soy capaz de explicarlo, y vamos a seguir emprendiendo acciones tanto a nivel nacional como europeo hasta que se haga justicia.
– ¿Qué diferencias hay entre el tratamiento que reciben estas formaciones en el ámbito privado y el público?
Las diferencias son evidentes, y es que mientras que en el sector privado se valoran las capacidades individuales del profesional y sus habilidades blandas (soft skills), como son su capacidad de adaptación y versatilidad, y no resulta tan importante él o los títulos académicos de los que dispongas, en la función pública ni tan siquiera te permiten acceder a la fase de oposición donde puedas demostrar tus conocimientos, si no presentas previamente un determinado título académico. Este hecho impide en muchas ocasiones que realmente sean los mejores los que acceden a ocupar dichos puestos, dado que se elige a los mejores de entre unos pocos y, por tanto, se puede estar desaprovechando mucho talento.
– Las ingenierías siguen sufriendo una pronunciada brecha de género, ¿de qué forma se puede solucionar este problema?
Es innegable que el porcentaje femenino en las Ingenierías sigue siendo bajo y en torno a un 20% en función de las diferentes ramas, pero también es cierto que el mismo ha ido evolucionando de forma positiva desde el origen de las diferentes profesiones. Es una cuestión cultural, que poco a poco ha de ir evolucionando como debería hacerlo la Ingeniería en su conjunto, y nada ayuda seguir aferrándonos a estructuras, denominaciones y niveles del siglo XIX; pero, además, la Ingeniería en sí tiene un problema de visibilidad social, lo cual no fomenta las vocaciones suficientes en su conjunto.
Dentro de todas las acciones que se pueden realizar para poner en valor la Ingeniería en su conjunto y, por tanto, despertar vocaciones tanto en el ámbito femenino como masculino, estaría el refuerzo de las materias tecnológicas desde las edades tempranas, que permita a los más pequeños familiarizarse con términos, con acciones, con problemas y soluciones que despierten su interés por una profesión vocacional como es la Ingeniería.
Pero además de todo esto, habría que realizar campañas de visibilización de la Ingeniería y de sus profesionales, y en este caso con especial mención a las brillantísimas Ingenieras que hoy por hoy están inmersas en importantes proyectos, cargos y responsabilidades, y que pueden ser modelos a seguir por todos nosotros.
– ¿Cómo se encuentra el mercado laboral para la ingeniería hoy en día?
La Ingeniería en su conjunto goza de buena salud, y esto no es una expresión hecha, sino que para afrontar los grandes retos que tenemos como sociedad, se requiere de perfiles profesionales versátiles, que se adapten y propicien los cambios en las empresas, y sobre todo que solucionen problemas y evolucionen, algo que está en el ADN de cualquier ingeniero.
La Ingeniería en sí representa la transformación, la evolución y la mejora de las condiciones de vida, pero todo ello va unido a su vez, a la competitividad en su expresión más estricta, por lo que cada vez son mayores las exigencias para nuestros profesionales, y más y mejores las herramientas que debemos proporcionarles desde los Colegios Profesionales.
Es prácticamente imposible que los conocimientos adquiridos en las Escuelas Universitarias se adapten a las tecnologías y recursos existentes, pero sí que van a disponer de la base necesaria para comprenderlos y aplicarlos, y en ello reside una de las grandes particularidades de la profesión de Ingeniería, que requiere una formación continuada a lo largo de toda la vida profesional y en estos tiempos más que nunca.