El Periódico Magisterio ha publicado una entrevista realizada a José Antonio Galdón Ruiz, presidente de COGITI, con motivo de la vuelta al Colegio, en relación a la calidad del aire en las aulas y la potencial propagación del coronavirus en ellas, si carecen de la suficiente ventilación y renovación del aire interior.
José Antonio Galdón: “Cuanto más tiempo estén los niños en el exterior, mejor”
El presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales de España responde a las cuestiones planteadas por MAGISTERIO en torno a la vuelta al cole.
Saray Marqués. Martes, 8 de septiembre de 2020
Doctor por la Universidad Politécnica de Valencia, Máster en Prevención de riesgos Laborales, Graduado en Ingeniería Eléctrica e Ingeniero Técnico Industrial, José Antonio Galdón Ruiz insiste en la necesidad de contar con la mejor calidad de aire posible en las aulas en el actual contexto pandémico.
¿Podemos conocer a día de hoy la diferencia de incidencia de contagios de coronavirus Covid-19 entre espacios interiores y exteriores?
–Es evidente que en exteriores será mucho menor el índice de contagios y eso se puede entender muy fácilmente, por dos cuestiones. La primera sería el concepto de dilución del virus en sí, que todos podemos entender será mucho mayor (la dilución) en el ambiente exterior y por tanto será mucho más difícil que podamos respirar o absorber partículas con virus que nos produzcan la enfermedad. Y la segunda, que también es muy lógica, es que en espacios exteriores es mucho más fácil mantener la distancia y evitar la interacción personal y con otros objetos, lo cual también disminuirá las posibilidades de transmisión. No obstante lo anterior, sí que hay expertos que afirman que la probabilidad de contagio es 20 veces mayor en interiores que en exteriores.
¿Qué ve más peligroso, que un niño se junte con otros niños en el parque o que se junte con otros en extraescolares (en espacios interiores), en el transporte escolar o en el metro?
–Si tenemos en cuentas las tres formas de transmisión posible del virus; es decir, por fómites, por contacto o gotículas y por aerosoles, está claro que las dos primeras se pueden dar en cualquiera de los supuestos que se plantean, pero sin embargo la transmisión por aerosoles sería mucho más difícil que se produjese en el parque que en los otros espacios interiores o en el transporte escolar o en el metro.
¿Nos “blinda” frente al coronavirus en espacios interiores la mascarilla y la distancia de seguridad?
–Si como blindaje entendemos algo que resulta impenetrable o que impide al 100% la transmisión, tendría que decir que no, puesto que existen otros muchos factores que pueden producirlo; no obstante, son medidas muy útiles para minimizar al máximo los riesgos de contagio, a las que insisto habría que añadir una buena calidad del aire.
¿Cree que se ha minusvalorado la transmisión por aerosoles del Covid-19 en la elaboración de los protocolos de prevención para centros escolares?
–Por supuesto, y es una cuestión que debería ser de las más importantes no solo en esta situación de pandemia, sino ya en condiciones de normalidad. Es por ello, que desde el principio tratamos de alertar de esta cuestión cuando se inició el desconfinamiento y la apertura de locales cerrados al público, que también han de cumplir unos requisitos técnicos exigentes en relación a la calidad del aire.
¿Cómo ve la ventilación cruzada que se propone o el “mantener las ventanas abiertas el mayor tiempo posible”? ¿Es suficiente?
–Con la ventilación natural no se puede garantizar nunca que los niveles de calidad del aire sean los aceptables, puesto que para que haya una renovación de aire adecuada se depende no solo del tamaño y la disposición de los huecos al exterior y de la voluntad de las personas que los abran sino, además, de otros factores climatológicos (temperatura, presión, viento…) que son incontrolables ¿Acaso nunca habéis vivido una situación con las ventanas de casa abierta y escuchado o dicho “No corre ni gota de aire”?, ¿o que lloviendo o con viento muy fuerte habéis tenido que cerrar las ventanas?, ¿o que con temperaturas altísimas o bajísimas no podéis tener las ventanas abiertas? Pues bien, todo esto ya se contempla en el estudio de la reglamentación técnica, y por tanto la normativa en vigor (RITE) obliga a disponer de una ventilación mecánica continua con ciertos requisitos de filtrado y eficiencia energética para asegurar una correcta calidad del aire.
¿Cree que tiene sentido que las clases se realicen al aire libre siempre que se pueda?
–Con el objetivo de minimizar riesgos tiene todo el sentido del mundo y si las circunstancias climatológicas y las condiciones del centro lo permiten, cuanto más tiempo estén los niños en el exterior, mejor. Otra cuestión muy diferente es la dificultad organizativa de las mismas precisamente, por la propia imprevisión de la climatología.
En la vuelta al cole, ¿es más el problema la escuela (el edificio, fecha de construcción, tipología más frecuente de centros escolares en España, deficientes sistemas de ventilación) que la alta concentración de niños? ¿Ve las aulas con las que contamos en la actualidad como “supercontagiadoras”?
–Los niños nunca pueden ser el problema sino que tienen que ser el objetivo a proteger, y para ello las instalaciones deben cumplir unos mínimos requisitos que les permitan desarrollar su función educativa en unas condiciones apropiadas. No podemos olvidar que son muchas las horas que pasan en el aula y el ambiente debe ser propicio para aprender, y para ello se necesita que las aulas reúnan una serie de requisitos técnicos muy importantes, como una buena iluminación, un mobiliario adecuado y por supuesto unas condiciones térmicas y de calidad del aire propicias. No podemos olvidar que, en condiciones normales, el exceso de CO2 está relacionado de forma directa con las capacidades cognitivas de los alumnos y que además les produce somnolencia y falta de atención, sin entrar a valorar el riego de transmisión de virus o bacterias por aerosoles.
De ahí la importancia que tiene el disponer de un abundante aire limpio, aclimatado y en unas condiciones de humedad óptimas en las aulas, algo que hoy en día no es posible en la inmensa mayoría de los centros, y que por tanto debería conducirnos a establecer un ambicioso plan de reforma de las aulas para conseguir este objetivo.
¿Estamos en estos aspectos peor que otros países (centros más antiguos, menos abiertos al entorno, etc.)?
–No me gusta hacer comparaciones, porque en ese sentido se deberían realizar teniendo en cuenta otros muchos factores que serán muy diferentes entre los diferentes países, y cuando nuestra intención es la de mejorar siempre tendríamos que tener como referencia los países más avanzados en esta materia. Hace muy poco y dentro de la estrategia de reducción de riesgos para la reapertura de las escuelas, la Universidad de Harvard ha publicado un protocolo para comprobar la renovación del aire en los centros, y por tanto basado en las instalaciones de ventilación mecánica, de las que aquí no disponemos, pero además llama especialmente la atención la superficie de las aulas (100 m2) y su ocupación (25 alumnos), algo que ahora mismo está muy lejos de nuestro alcance.
¿Qué obras se habrían podido acometer este verano para haber hecho escuelas más seguras? ¿Habrían sido asumibles económicamente?
–Lo primero que haría falta sería un estudio riguroso de la situación de las aulas por parte de profesionales en la materia, que serían los encargados de fijar las actuaciones mínimas e imprescindibles a realizar, así como un protocolo básico sobre la mejor fórmula para realizar la ventilación del aula con las condiciones de la misma. En nuestro caso y de forma genérica, además de comprobar que todas las ventanas, persianas o elementos que permitan la entrada de aire funcionan correctamente, se debería establecer en función de la disposición y características de los huecos al exterior un protocolo de apertura de los mismos (ventanas cruzadas, ventanas enfrentadas, hueco superior e inferior, etc…) para maximizar el flujo de aire limpio. Pero además tendríamos que saber cuándo y durante cuánto tiempo deberíamos realizar esa ventilación, y para ello, una solución que no es la perfecta, pero sí muy recomendable, sería disponer de un medidor de CO2 que nos indicaría cuándo estamos en los niveles máximos permitidos y, por tanto, cuándo debemos ventilar. Esta sería una solución sencilla y económica, que sin ser la ideal, que ya hemos dicho que sería a través de sistemas de ventilación mecánica continua, serviría como medida básica para como mínimo concienciarnos sobre la calidad del aire que tenemos dentro del aula y, por tanto, actuar.
¿Debería esta crisis hacernos repensar la escuela (como espacio) para un tiempo nuevo?
–De todas las situaciones difíciles se tiene que aprender y todo lo que sea mejorar el confort y la seguridad de los alumnos y profesores será un avance. Yo espero que por lo menos tengamos la conciencia de la importancia de respirar un aire limpio y ya no solo en las escuelas sino en todos los espacios cerrados con permanencia de personas, lo que nos tiene que llevar a un diseño de instalaciones compatibles a su vez con el confort climático y la eficiencia energética.
¿Qué opina de las familias que no llevarán a sus hijos al colegio por temor a los contagios?
–El miedo es libre, y las familias en función de sus circunstancias particulares se hacen unos u otros planteamientos, algo que a mí no me corresponde juzgar. Lo que sí que diré será que igual que tenemos la obligación de educar a nuestros hijos tenemos el derecho de disponer de unas aulas seguras y que, además, en esta situación excepcional debemos contar con unos protocolos de seguridad lo más rigurosos posibles que minimicen en la medida de lo posible los riesgos de contagio. La situación es complicada para todos y las situaciones de riesgo a las que nos enfrentamos día a día son muchas y muy variadas, pero en este caso específico se trata de lo más valioso que tenemos, que son nuestros hijos, a los que tratamos de proteger todo el día y muchas veces en exceso, y por eso esta situación puede resultar más difícil.
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